El Colegio “casi” se queda sin capilla. Estaba en plena construcción el edificio del colegio, salas, talleres y determinando los espacios para la cancha deportiva y el gimnasio. Cuando el director y el fundador caen en la cuenta de que al parecer no estaba quedando espacio para esta construcción vital para el colegio, el arquitecto los calma y les muestra un estrecho espacio que va quedando entre los talleres y las salas de clases.

Asombrados se piensa que no va a caber ni un curso, pero la calma vino cuando el diseño en forma de anfiteatro con vigas a la vista le da un toque de sencillez y majestuosidad a la vez, de calidez y acogida, además con un espacio para acoger a todo un nivel, aproximadamente doscientos estudiantes.

Nuestra capilla como un gran barco que iza sus velas, en cada Eucaristía nos lleva a navegar mar adentro en búsqueda del tesoro más sagrado: El amor infinito de Jesucristo que nos fortalece con su Palabra y el pan consagrado consagrada.